En la actualidad, las personas están conectadas permanentemente por medio de su teléfono móvil, un dispositivo en constante evolución que, más allá de llamar o enviar mensajes, posibilita un sinfín de funcionalidades. Su imparable transformación la ha convertido en una fuente de información que el Big Data utiliza para fines muy diferentes, apoyando además un efecto no deseado: el problema de la seguridad de los datos.
En realidad, la protección de las comunicaciones es clave cuando se toman precauciones legales o de otro tipo a nivel comercial o personal. La seguridad de los datos necesita un marco de protección legal que establezca límites entre las posibilidades de negocio de las instituciones o un supuesto interés en garantizar la seguridad nacional, digamos, y el derecho a la privacidad. Especialmente cuando, al mismo tiempo, los volúmenes de datos crecen exponencialmente y las escuchas telefónicas no son más que datos de voz que se pueden capturar e inclusive difundir sin el consentimiento de sus interlocutores.
Interceptación de comunicaciones telefónicas por orden de un juez es solo una de las muchas situaciones en las que se transmiten comunicaciones de voz a nivel corporativo o individual. Pero, si por una parte «es esencial proteger las comunicaciones de voz de la compañía a todos los niveles y en todos los dispositivos», como apunta Michael Knieling, ejecutivo de Snom Technology AG, esto no siempre es factible debido a que la intervención que viene de instancias judiciales no se considera delito.
Hermano mayor de América
De la misma forma que la navegación del usuario puede convertirse en espionaje, además es difícil salvaguardar nuestra privacidad cuando las mismas leyes son las que posibilitan programas de espionaje a ciudadanos llevados a cabo no por ciberdelincuentes pero por lo mismo gobiernos. Un caso paradigmático es Estados Unidos, con su recogida sistemática de información de ciudadanos de todas partes interceptando correos electrónicos, analizando preferencias de navegación, a través de escuchas telefónicas o haciendo todo lo factible e imposible para indagar sobre su vida privada.
A pesar de esto, Big Data no siempre es negativo. Si la falta de privacidad está en el cruzar de la moneda, es caro es tremendamente positivo y abarca desde grandes posibilidades comerciales hasta los beneficios de una sociedad conectada y los avances en ciencia y tecnología que aprovechan los macrodatos.
En Estados Unidos, todo indica que el polémico programa de cobro indiscriminado de llamadas de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) va a ser prohibido. Existen riesgos de abusos en la ejecución de sus labores de vigilancia, aún cuando el presidente estadounidense, Barak Obama, planea seguir recogiéndolos pero sometiéndolos a controles independientes. Nada ha cambiado sobre su intención de prevenir ataques terroristas por medio de esta retención de datos.
Escuche las conversaciones telefónicas
Lógicamente, no solo las instituciones oficiales como la NSA o el FBI pueden interceptar llamadas telefónicas. El nuevo aplicación Crowdpilot experimental para móviles es un ejemplo de lo que puede hacer cualquier persona que esté dispuesta a escuchar una conversación telefónica. Concretamente, el sistema posibilita que un tercer usuario lo haga informando solo a uno de los interlocutores, y de alguna forma, algo equivalente ocurre con la costumbre cada vez más extendida de las corporaciones cuando grabar conversaciones llamadas telefónicas con sus clientes.
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